CONTEMPLAR A CRISTO CON LOS OJOS DE MARÍA
¿Qué es y qué no es el rosario? No es una rutina, no es una costumbre, no es prisa; el rosario es toda la Iglesia reunida con María contemplándola. El rosario no es una devoción a la Virgen, sino una devoción a Cristo que centra perfectamente la vida del bautizado. Toda la Iglesia y tú, una parte viva, contemplando los misterios de Jesús con los ojos, y sobre todo con el corazón de la Virgen. No es el rosario una mecánica repetición distraída, o con rutina o con prisa de cincuenta avemarías.
Sin contemplación de los misterios de la vida de Jesús, el rosario es cuerpo sin alma, que acaba secándose, que acaba en rutina o prisa. Lo más bello que se puede ofrecer a Dios Padre después de la Santa Misa, Cristo-Crucificado, Cristo-comunión, Cristo-Sagrario, es el rosario contemplando los misterios de la vida de Jesús.
Es oración contemplativa y cristológica al mismo tiempo. Empieza siendo una oración contemplativa: ver a las personas, oír lo que hablan, contemplar lo que hacen, y, como todos los misterios de la vida de Jesús son reproducción del Christus humiles de San Agustín, me enseñan a desaparecer, me enseñan mi insignificancia, mi nada y mi pecado, y me preparan maravillosamente para contemplar el Dios majestad, sabiduría, eternidad, belleza, bondad y misericordia.
Oración contemplativa, aunque principia siendo súplica, tanto en las avemarías como en el padrenuestro que las entrelaza. La súplica con que se inicia el rosario se funde casi en oración de recogimiento primero, de quietud después, de unión transformadora finalmente. La cadencia de avemarías que se repiten se parecer a las olas del mar, nos elevan a todos a las cimas de la contemplación.
Oración contemplativa, pero además cristológica, que nos hace comprender que Cristo no vivió hace veinte siglos en Jerusalén, sino que Cristo está viviendo en nosotros sus misterios de amor a cada uno. El rosario me enseña a vivir no solo, sino con María, la mejor contempladora de Jesucristo, la más amante de Dios.
Oración contemplativa, llena de una belleza tan grande. Oración de súplica, por el perdón de mis pecados: el egoísmo, padre del orgullo; la pereza; la hipocresía; la ingratitud; la desconfianza; el miedo.
Oración de acción de gracias por todos los beneficios que yo recibo, porque en el corazón inmaculado de la Virgen se dan gracias. También yo en mi pequeñez, puedo darlas. Oración de súplica, que obtiene milagros individuales y colectivos de transformación, de conversión. Por eso el Rosario ha merecido siempre una vigilante atención y una cuidadosa solicitud de la Iglesia, mi madre y maestra.
Texto del Siervo de Dios Padre Tomás Morales, SJ
Meditación sobre el Rosario, octubre 1992
Fuente: Revista Alcor, mayo 2010.
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