El día que sufrí una encerrona
(Comentario del P.Florentino Dosado, Consiliario del MFC y su Equipo de Encuentros)
Fue
la noche del día 19 de junio. Unos días antes había recibido una llamada de un
matrimonio del MFC de Cádiz, pidiéndome que la citada noche no me comprometiera
con nada, porque íbamos a cenar junto con otro matrimonio. Yo le pregunté por el sitio de la cena para ir con mi propio
coche, pero me dijo y me insistió que no me preocupara de nada, que a las nueve
menos cuarto vendrían a recogerme. Y en ello quedamos. Tal día y a la hora convenida
me vinieron a buscar a San Fernando, donde resido, monté con ellos en el coche
y nos dirigimos a un polígono industrial; a mi me extrañó que fuéramos a cenar
a dicho polígono pues yo no conocía por allí ningún sitio que sirvieran cenas;
pero la señora que me hizo la llamada y que llevaba la voz cantante, decía que
había ido allí porque tenía que hacer una gestión en no sé qué sitio, y que
después iríamos a cenar. Todo muy
extraño, me parecía, pero conociendo el percal de mi interlocutora, me
dije: calla y tira pa’lante. Llegamos a
una calle y aparcamos el coche frente a una antigua nave industrial que habían
convertido en un excelente local para celebraciones. La señora de la voz
cantante, nos dijo que nos tomásemos una caña mientras ella iba al sitio en
cuestión donde tenía que arreglar el asunto. Antes de bajarnos del coche yo
había visto a dos matrimonios del mfc de San Fernando, que entraban en aquel
local, y pensé, estos deben estar de boda… Nos dirigimos al citado local y al
entrar veo una mesa muy larga dispuesta para una cena, y veo también con
extrañeza que todos los presentes, numerosos, eran matrimonios de los equipos
del mfc de Cádiz y San Fernando; y (como todos estaban en el ajo), al entrar yo
y ver mi cara de extrañeza, pues todos vinieron
risueños y alegres y venga besos y abrazos, advirtiéndome de que aquello era en
mi homenaje y despedida, que habían preparado en secreto para darme una
sorpresa. Y descifrado el entuerto, nos dispusimos a la cena, que resultó bien
organizada y exquisita, en consonancia con el buen gusto y generosidad de los
comensales.
Yo, de todas formas, consideraba aquello una desmesura; que yo no merecía aquel
excelso homenaje; que yo era Florentino, pero siempre quise ser modesto, y me
hubiera bastado con que me hubieran cantado, por ejemplo, “Adios muchacho
compañero de mi vida…”, nos hubiéramos metido una sin con unas aceitunas,
también sin (sin hueso), y cada cual a su casa y Dios en la de todos. Pero aquellos emeficientes optaron por “la prima de riesgo”.
Al final, claro, terminé bendiciendo la
inocente encerrona. En mi vida había sufrido un engaño tan positivo y
halagüeño.
Y mientras andaba rumiando el chocante
episodio, me decía: estoy convencido de que todo esto lo han tramado, -con la
aprobación y complicidad de los presidentes Jesús y Paquita-, tres demonios con
peineta y mantilla, tales como Araceli, Nati y Elvira, que con sus respectivos esposos, Alfonso, José y
Antonio, componen desde hace muchos, muchos años, el Servicio de Encuentros del
mfc de la diócesis de Cádiz y Ceuta, y a
los que he acompañado como consiliario durante dieciséis años.
En el MFC abunda la idea de que el Servicio de
Encuentros es el más gratificante de todos los servicios, porque ofrece a los
matrimonios, en general, la posibilidad de acometer una profunda revisión de su
estado matrimonial y emprender un camino nuevo fundamentado en el compromiso
cristiano. Y la experiencia nos ha demostrado que el Encuentro Conyugal resulta
sumamente beneficioso para matrimonios y familias.
Quiero expresar el espíritu y la encomiable labor que el
equipo del servicio de encuentros venía realizando no sólo en su propia diócesis
de Cádiz-Ceuta, sino también en otras de la región como Sevilla o Córdoba. En consecuencia, el homenaje que a
mi me dedicaban esa noche, yo quería hacerlo extensivo a todos los equipos que
estaban presentes en aquella cena, porque todos ellos y otros muchos que no
estaban presentes, eran representantes de la época más pujante del MFC en la
Diócesis de Cádiz-Ceuta. Y en el acto de esa noche sentí que los llevo en mi
corazón y ellos a mi en el suyo. Es una cardiopatía mutua. Yo les deseo que
sigan acumulando juventud muchos años, y que mantengan el espíritu abierto,
comprometido y eclesial que siempre ha
caracterizado al MFC. Un abrazo.
-Florentino Dosado Gómez
(Sacerdote)