MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO

Diócesis de Cádiz y Ceuta
(Asociación Pública de la Iglesia Católica)
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19 julio 2012


El día que sufrí una encerrona 

(Comentario del P.Florentino Dosado, Consiliario del MFC y su Equipo de Encuentros)

Fue la noche del día 19 de junio. Unos días antes había recibido una llamada de un matrimonio del MFC de Cádiz, pidiéndome que la citada noche no me comprometiera con nada, porque íbamos a cenar junto con otro matrimonio. Yo le pregunté  por el sitio de la cena para ir con mi propio coche, pero me dijo y me insistió que no me preocupara de nada, que a las nueve menos cuarto vendrían a recogerme. Y en ello quedamos. Tal día y a la hora convenida me vinieron a buscar a San Fernando, donde resido, monté con ellos en el coche y nos dirigimos a un polígono industrial; a mi me extrañó que fuéramos a cenar a dicho polígono pues yo no conocía por allí ningún sitio que sirvieran cenas; pero la señora que me hizo la llamada y que llevaba la voz cantante, decía que había ido allí porque tenía que hacer una gestión en no sé qué sitio, y que después iríamos a cenar. Todo muy  extraño, me parecía, pero conociendo el percal de mi interlocutora, me dije: calla y tira pa’lante.  Llegamos a una calle y aparcamos el coche frente a una antigua nave industrial que habían convertido en un excelente local para celebraciones. La señora de la voz cantante, nos dijo que nos tomásemos una caña mientras ella iba al sitio en cuestión donde tenía que arreglar el asunto. Antes de bajarnos del coche yo había visto a dos matrimonios del mfc de San Fernando, que entraban en aquel local, y pensé, estos deben estar de boda… Nos dirigimos al citado local y al entrar veo una mesa muy larga dispuesta para una cena, y veo también con extrañeza que todos los presentes, numerosos, eran matrimonios de los equipos del mfc de Cádiz y San Fernando; y (como todos estaban en el ajo), al entrar yo y  ver mi cara de extrañeza, pues todos vinieron risueños y alegres y venga besos y abrazos, advirtiéndome de que aquello era en mi homenaje y despedida, que habían preparado en secreto para darme una sorpresa. Y descifrado el entuerto, nos dispusimos a la cena, que resultó bien organizada y exquisita, en consonancia con el buen gusto y generosidad de los comensales.
 Yo, de todas formas, consideraba aquello  una desmesura; que yo no merecía aquel excelso homenaje; que yo era Florentino, pero siempre quise ser modesto, y me hubiera bastado con que me hubieran cantado, por ejemplo, “Adios muchacho compañero de mi vida…”, nos hubiéramos metido una sin con unas aceitunas, también sin (sin hueso), y cada cual a su casa y Dios en la de todos. Pero  aquellos emeficientes  optaron por “la prima de riesgo”.
 Al final, claro, terminé bendiciendo la inocente encerrona. En mi vida había sufrido un engaño tan positivo y halagüeño.
 Y mientras andaba rumiando el chocante episodio, me decía: estoy convencido de que todo esto lo han tramado, -con la aprobación y complicidad de los presidentes Jesús y Paquita-, tres demonios con peineta y mantilla, tales como Araceli, Nati y Elvira, que  con sus respectivos esposos, Alfonso, José y Antonio, componen desde hace muchos, muchos años, el Servicio de Encuentros del mfc de la diócesis de Cádiz y Ceuta, y a  los que he acompañado como consiliario durante dieciséis años.
  
 En el MFC abunda la idea de que el Servicio de Encuentros es el más gratificante de todos los servicios, porque ofrece a los matrimonios, en general, la posibilidad de acometer una profunda revisión de su estado matrimonial y emprender un camino nuevo fundamentado en el compromiso cristiano. Y la experiencia nos ha demostrado que el Encuentro Conyugal resulta sumamente beneficioso para matrimonios y familias.
Quiero expresar el espíritu y la encomiable labor que el equipo del servicio de encuentros venía realizando no sólo en su propia diócesis de Cádiz-Ceuta, sino también en otras de la región como Sevilla o  Córdoba. En consecuencia, el homenaje que a mi me dedicaban esa noche, yo quería hacerlo extensivo a todos los equipos que estaban presentes en aquella cena, porque todos ellos y otros muchos que no estaban presentes, eran representantes de la época más pujante del MFC en la Diócesis de Cádiz-Ceuta. Y en el acto de esa noche sentí que los llevo en mi corazón y ellos a mi en el suyo. Es una cardiopatía mutua. Yo les deseo que sigan acumulando juventud muchos años, y que mantengan el espíritu abierto, comprometido y eclesial  que siempre ha caracterizado  al MFC. Un abrazo.
                                                      
                                                         -Florentino Dosado Gómez
                                                                   (Sacerdote)