MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO

Diócesis de Cádiz y Ceuta
(Asociación Pública de la Iglesia Católica)
mfamiliarcristiano@gmail.com
http://www.mfccadiz.blogspot.com/

27 marzo 2014

BOLETÍN DIOCESANO Nº 10 DEL MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO

CARTA DEL PAPA FRANCISCO A LAS FAMILIAS

Me presento a la puerta de su casa para hablarles de un acontecimiento que, como 
ya  saben,  tendrá  lugar  el  próximo  mes  de  octubre  en  el  Vaticano.  Se  trata  de  la 
Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, convocada para tratar 
el tema Los retos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización. Pues 
la  Iglesia  hoy  está  llamada  a  anunciar  el  Evangelio  afrontando  también  las  nuevas 
emergencias pastorales relacionadas con la familia. 
              Este señalado encuentro es importante para todo el Pueblo de Dios, Obispos, 
sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos de las Iglesias particulares del mundo 
entero, participan activamente en su preparación con propuestas concretas y con la 
ayuda indispensable de la oración. El apoyo de la oración es necesario e importante 
especialmente  de  parte  de  ustedes,  queridas  familias.  Esta  Asamblea  sinodal  está 
dedicada  de  modo  especial  a  ustedes,  a  su  vocación  y  misión  en  la  Iglesia  y  en  la 
sociedad, a los problemas de los matrimonios, de la vida familiar, de la educación de 
los hijos, y a la tarea de las familias en la misión de la Iglesia. Por tanto, les pido que 
invoquen con insistencia al Espíritu Santo, para que ilumine a los Padres sinodales y 
los   guíe   en   su   grave   responsabilidad.   Como   saben,   a   esta   Asamblea   sinodal 
extraordinaria seguirá un año después la Asamblea ordinaria, que tratará el mismo 
tema  de  la  familia.  Y,  en  ese  contexto,  en  septiembre  de  2015,  tendrá  lugar  el 
Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia. Así pues, oremos todos juntos para 
que,   mediante   estas   iniciativas,   la   Iglesia   realice   un   auténtico   camino   de 
discernimiento y adopte los medios pastorales adecuados para ayudar a las familias a 
afrontar los retos actuales con la luz y la fuerza que vienen del Evangelio. 
              Les escribo esta carta el día en que se celebra la fiesta de la Presentación de 
Jesús en el templo. En el Evangelio de Lucas vemos que la Virgen y San José, según la 
Ley  de  Moisés,  llevaron  al  Niño  al  templo  para  ofrecérselo  al  Señor,  y  dos  ancianos, 
Simeón y Ana, impulsados por el Espíritu Santo, fueron a su encuentro y reconocieron 
en Jesús al Mesías. Simeón lo tomó en brazos y dio gracias a Dios porque finalmente 
había visto la salvación; Ana, a pesar de su avanzada edad, cobró nuevas fuerzas y se 
puso a hablar a todos del Niño. Es una hermosa estampa: dos jóvenes padres y dos 
personas  ancianas,  reunidas  por  Jesús.  ¡Realmente  Jesús  hace  que  generaciones 
diferentes se encuentren y se unan! Él es la fuente inagotable de ese amor que vence 
todo egoísmo, toda soledad, toda tristeza. En su camino familiar, ustedes comparten 
tantos  momentos  inolvidables:  las  comidas,  el  descanso,  las  tareas  de  la  casa,  la 
diversión,   la   oración,   las   excursiones   y   peregrinaciones,   la   solidaridad   con   los 
necesitados… Sin embargo, si falta el amor, falta la alegría, y el amor auténtico nos lo da 
Jesús: Él nos ofrece su Palabra, que ilumina nuestro camino; nos da el Pan de vida, que 
nos sostiene en las fatigas de cada día. 
              Queridas familias, su oración por el Sínodo de los Obispos será un precioso 
tesoro que enriquecerá a la Iglesia. Se lo agradezco, y les pido que recen también 
por mí, para que pueda servir al Pueblo de Dios en la verdad y en la caridad. Que la 
protección de la Bienaventurada Virgen María y de San José les acompañe siempre 
y les ayude a caminar unidos en el amor y en el servicio mutuo. Invoco de corazón 
sobre cada familia la bendición del Señor. 
Vaticano, 2 de febrero de 2014 
                      
    
 PARTICIPACIÓN EN LAS ACTIVIDADES DEL MFC 

Vamos acercándonos ya al último trimestre del curso, que es el más intenso y comprometido. 
Por  un  lado,  hemos  de  revisar  el  trabajo  realizado  (si  hemos  respondido  con  diligencia a  la llamada del Señor, cumpliendo la misión que nos ha encomendado); por otro lado, debemos estar atentos a  las actividades  que jalonan  los meses  que faltan  para finalizar el curso. 

               Nos  preparamos  a  la  venida  del  Señor  con  el  Retiro  de  Adviento.  Asistimos  a  la Asamblea  de  la  Zona  Sur,    en  la  que  tuvimos  ocasión  de    estrechar  relaciones  con los responsables de las demás diócesis de Andalucía. Hemos tenido la satisfacción de  celebrar tres Encuentros Conyugales este curso, Uno en Ceuta y dos en la Casa de Ejercicios de El Puerto de Santa  Maria.  Y  a  comienzos  de  esta  año,  pudimos  disfrutar  de    un  día  de  convivencia  en  el Santuario Ntra. Sra. de  la  Oliva, saboreando la caldereta  de conejos  que nos preparó  nuestro consiliario P.  Balbino, con los miembros de los Equipos de Vejer. 

            Pero  no  podemos  quedarnos  en  el  recuerdo,  pues,  como  dijimos,  nos  queda  un 
trimestre muy intenso que requiere  nuestra participación: 
-El 6 de abril celebraremos el Retiro de Cuaresma en  la parroquia Ntra. Sra. de Europa 
(Novo Santi Petri) para prepararnos a la Semana Santa y  a la gran fiesta de la Resurrección. 
-Para los días 29 y 30 de marzo la Delegación de  Familia tiene programado Ejercicios 
Espirituales para matrimonios, en el Santuario de la Virgen de Regla, impartidos por el P. Carlos. 
-Para  los  días    24  y  25  de  abril  nos  están  preparando  los  presidentes  de  Huelva,  la 
convivencia de la Zona Sur, que el año pasado nos tocó hacer en Cádiz. Han puesto mucha ilusión y habrá  visita a varios lugares y celebraciones, esperando contar con  nuestra participación. 
-Y la Asamblea de fin de curso, todavía lejana, la celebraremos en el Santuario  Ntra. Sra. 
de la Oliva el día 15 de junio. 

               Como  veis,  hay  muchas  oportunidades  de  participar    en  las  distintas  celebraciones programadas,  que  esperamos  compartir,  dando  testimonio  de  nuestro  compromiso  con  el Movimiento Familiar Cristiano.                                                           
El Equipo de Presidencia Diocesano 


MENSAJE DE CUARESMA DEL PAPA FRANCISCO 
Queridos hermanos y hermanas: 

Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para 
el camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de San 
Pablo:  Pues conocéis  la  gracia  de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo  rico, se hizo 
pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza (2 Cor 8, 9) … ¿Qué nos dicen, a los 
cristianos  de  hoy,  estas  palabras  de  san  Pablo?  ¿Qué  nos  dice  hoy,  a  nosotros,  la 
invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico? 

              Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder 
y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: Siendo rico, se hizo pobre 
por  vosotros….  Cristo,  el  Hijo  eterno  de  Dios,  igual  al  Padre  en  poder  y  gloria,  se  hizo 
pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se 
vació, para ser en todo semejante a nosotros (Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la 
encarnación  de  Dios!  La  razón  de  todo  esto  es  el  amor  divino,  un  amor  que  es  gracia, 
generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a 
las que ama. La caridad, el amor, es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos 
hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con 
nosotros.  Jesús,  en  efecto, trabajó  con  manos  de  hombre,  pensó  con  inteligencia  de 
hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen 
María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en 
el pecado (Gaudium et spes, 22). 

              …Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su 
amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros. La pobreza de Cristo 
que nos enriquece, consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y 
nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la 
mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza en Dios Padre, es encomendarse a Él en 
todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria…Se ha dicho que la 
única  verdadera  tristeza  es  no  ser  santos  (L.  Bloy);  podríamos  decir  también  que  hay  una 
única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo. 

              Podríamos pensar que este camino de la pobreza fue el de Jesús, mientras que 
nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos 
adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y 
salvando   el   mundo mediante   la   pobreza   de   Cristo,   el   cual   se   hace   pobre   en   los 
Sacramentos,  en  la  Palabra  y  en su Iglesia,  que  es  un  pueblo  de  pobres. La riqueza de 
Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente, a través de 
nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo. 

              A  imitación  de  nuestro  Maestro,  los  cristianos  estamos  llamados  a  mirar  las 
miserias  de  los  hermanos,  a  tocarlas,  a  hacernos  cargo  de  ellas  y  a  realizar  obras 
concretas  a  fin  de  aliviarlas.  En  los  pobres  y  en  los  últimos  vemos  el  rostro  de  Cristo; 
amando  y  ayudando  a  los  pobres  amamos  y  servimos  a  Cristo.  Nuestros  esfuerzos  se 
orientan  asimismo  a  encontrar  el  modo  de  que  cesen  en  el  mundo  las  violaciones  de  la 
dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de 
la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la 
exigencia  de  una  distribución  justa  de  las  riquezas.  Por  tanto,  es  necesario  que  las 
conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir. 
              No  es  menos  preocupante  la miseria  moral,  que  consiste  en  convertirse  en 
esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus 
miembros  —a  menudo  joven—  tiene  dependencia  del  alcohol,  las  drogas,  el  juego  o  la 
pornografía!  ¡Cuántas  personas  han  perdido  el  sentido  de  la  vida,  están  privadas  de 
perspectivas  para  el  futuro  y  han  perdido  la  esperanza!  Y  cuántas  personas  se  ven 
obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo 
cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de 
los  derechos  a  la  educación  y  la  salud.  En  estos  casos  la  miseria  moral  bien  podría 
llamarse  casi  suicidio  incipiente.  Esta  forma  de  miseria,  que  también  es  causa  de  ruina 
económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos 
de  Dios  y  rechazamos  su  amor.  Si  consideramos  que  no  necesitamos  a  Dios,  porque 
pensamos  que  nos  bastamos  a  nosotros  mismos,  nos  encaminamos  por  un  camino  de 
fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera. 
              El  Evangelio  es  el  verdadero  antídoto  contra  la  miseria  espiritual:  en  cada 
ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del 
mal  cometido,  que  Dios  es  más  grande  que  nuestro  pecado  y  nos  ama  gratuitamente, 
siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita 
a   anunciar   con   gozo   este   mensaje   de   misericordia   y   de   esperanza!   Es   hermoso 
experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha 
confiado,  para  consolar  los  corazones  afligidos  y  dar  esperanza  a  tantos  hermanos  y 
hermanas sumidos en el vacío… Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos caminos 
de evangelización y promoción humana. 

              Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda 
la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, 
moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre 
misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida 
en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza. La 
Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué 
podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos 
que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. 
Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele. 

              Que el Espíritu Santo, gracias al cual [somos] como pobres, pero que enriquecen a 
muchos;  como  necesitados,  pero   poseyéndolo  todo   (2  Cor 6,   10),   sostenga   nuestros 
propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad ante la miseria humana, 
para  que  seamos  misericordiosos  y  agentes  de  misericordia.  Con  este  deseo,  aseguro  mi 
oración por todos los creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el 
camino cuaresmal. Os pido que recéis por mí. Que el Señor os bendiga y la Virgen os guarde