MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO

Diócesis de Cádiz y Ceuta
(Asociación Pública de la Iglesia Católica)
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30 agosto 2011

MENSAJE DE SALUDO PARA LA DIOCESIS DE CÁDIZ Y CEUTA DEL NUEVO OBISPO D. RAFAEL ZORNOZA BOY

Queridos hermanos de Cádiz y Ceuta:

El Papa Benedicto XVI me ha nombrado vuestro Obispo. Recibo su decisión con obediencia filial y con inmensa alegría. En el día en el que se hace pública esta noticia quiero dirigirme a vosotros para saludaros, ponerme ya a vuestra disposición y pediros ya desde ahora vuestra oración por mi.

Agradezco al Santo Padre la confianza que ha depositado en mí al nombrarme Obispo de vuestra diócesis de Cádiz y Ceuta. Doy gracias al Señor que, a pesar de mi debilidad, me ha llamado al ministerio apostólico. Me gustaría ser entre vosotros sacramento de Cristo, Obispo y Pastor de nuestras almas, servidor del Evangelio para la esperanza del mundo. Confío plenamente en El, que me llamó hace mucho a compartir su pastoreo, primero en el sacerdocio y luego en el episcopado. Siempre me ha confortado y me ha hecho experimentar la vida de la Iglesia, su verdad y su caridad, como una experiencia preciosa, y el gozo de servirle. Ahora que me envía a vosotros y me confía este ministerio me acojo a su gracia para servirle siendo testigo fiel de su evangelio.

Llego a una diócesis cargada de historia de fe viva, de santos, de mártires y de obispos ejemplares, signos elocuentes del Buen Pastor, lo que me obliga aún más a pedir con humildad la gracia de estar a su altura y seguir su ejemplo.

Saludo, en primer lugar, a quien ha sido hasta ahora vuestro Obispo, D. Antonio Ceballos, a quien quiero expresar mi afecto y gratitud; y, a continuación, a todos vosotros, sacerdotes, íntimos colaboradores del orden episcopal. También a los religiosos, a todos los miembros de institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica, a los movimientos laicales, y a todos los fieles, a las familias y a los niños. De modo especial os saludo a los jóvenes, que vibráis aún con el impulso renovador de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid y a los seminaristas, que vivíis con alegría vuestra preparación al sacerdocio. He dedicado mi mayor esfuerzo estos años a vosotros: confío en vuestra entrega firme y gozosa –jóvenes y seminaristas--, como motor de la nueva evangelización a la que estamos llamados. Envío mi cordial saludo también a las comunidades de vida contemplativa, a cuya oración me encomiendo especialmente desde ahora.

Quiero recordar especialmente a los que sufren por cualquier circunstancia, a los enfermos y ancianos, a cuantos pasan necesidad material o espiritual, a los muchos emigrantes en su precariedad, a cuantos que de un modo u otro estáis padeciendo la crudeza de la actual situación económica. A todos os ofrezco desde ahora mi cercanía y consuelo. Y a quienes trabajáis y os ocupáis de ellos, viendo en su rostro a Cristo doliente, además, mi más profundo agradecimiento.

Saludo cordialmente a las autoridades civiles y militares autonómicas, provinciales y municipales a quienes ofrezco desde ahora mi colaboración sincera al servicio del bien común, y a todas las personas de buena voluntad.

Quiero expresar mi gratitud más sentida, en este momento de distanciamiento costoso para mi, a la iglesia de Getafe, donde he ejercido últimamente mi ministerio sacerdotal junto a su presbiterio, a quien tanto debo, y a su obispo titular D. Joaquín M. López de Andujar que me ordenó obispo, con quien he colaborado estrechamente estos últimos años y de quien tanto he aprendido y recibido. Gracias sinceras a todos por su ayuda, compartida en comunión sincera y auténtica fraternidad sacerdotal.

Queridos diocesanos de Cádiz y Ceuta: Anhelo estar pronto entre vosotros, conoceros personalmente y pastorear la Iglesia donde me envía el Señor, de modo que, unidos en El, vivamos cada uno nuestra vocación como hijos de la Iglesia y seamos fieles a la misión que nos ha encomendado, para que el gozo de pertenecerle se transmita con decisión y convencimiento a cuantos nos rodean, y puedan experimentarlo también cuantos le buscan con sincero corazón.

Así se lo pido a nuestros santos patronos de la diócesis, San Servando y San Germán, a San Daniel y a la intercesión poderosa de nuestra Madre queridísima, la Virgen María, tan venerada en las advocaciones de Virgen del Rosario y de Santa María de Africa

+ Rafael Zornoza Boy, obispo electo de Cádiz y Ceuta.

En Getafe, a 30 de agosto de 2011

MENSAJE DE DON ANTONIO CEBALLOS ATIENZA,

CON OCASIÓN DEL NOMBRAMIENTO DE DON RAFAEL ZORNOZA BOY,

COMO OBISPO ELECTO DE CÁDIZ Y CEUTA

1. Momento histórico de alegría y gratitud

Ha llegado el momento de la sucesión apostólica: El Papa Benedicto XVI ha nombrado un nuevo obispo para la Diócesis de Cádiz y Ceuta. Se llama Rafael Zornoza Boy, tiene sesenta y dos años, treinta y seis años ordenado sacerdote, y cinco años ordenado Obispo, ejerciendo como Obispo Auxiliar de la Diócesis de Getafe.

Esta Diócesis va a vivir lo que es realmente la sucesión apostólica del ministerio episcopal. Éste es el camino que garantiza la fiel transmisión del testimonio apostólico. Así, pues, mediante la sucesión apostólica, es Cristo quien llega a nosotros: en la palabra de los Apóstoles y de sus sucesores. Es el mismo Cristo quien nos habla; mediante sus manos es Él quien actúa en los sacramentos; en la mirada de los sucesores de los Apóstoles, es su mirada la que nos envuelve y nos hace sentirnos amados y acogidos en el corazón de Dios. También hoy, como al inicio, Cristo mismo es el verdadero Pastor y Guardián de nuestras almas, al que seguimos con gran confianza, gratitud y alegría. Podemos decir muy bien: “Bendito el que viene en nombre del Señor”, al nuevo obispo Rafael. Le damos la bienvenida: Esta Diócesis, querido Rafael, es una Diócesis viva y joven: viva porque en ella está Jesucristo, resucitado y vivo; y joven, porque permanentemente el Espíritu Santo la rejuvenece.

Te vas a encontrar una Diócesis viva en dones, gracias y carismas y con problemas también. Pero no tengas miedo. El Buen Pastor sigue siendo el mismo: Jesucristo.

2.- Semblanza personal de Monseñor Rafael Zornoza Boy

Don Rafael Zornoza Boy nació en Madrid el 31 de julio de 1949 en el seno de una familia numerosa de profundas convicciones cristianas; actualmente tiene sesenta y dos años. Cursó estudios con los Padres Escolapios, simultaneándolos con los de música y piano en el Conservatorio de Madrid.

Ingresó en el Seminario Menor de Madrid y, más tarde, continuando en el Seminario Mayor, donde obtuvo el grado de Bachiller en Teología. Fue ordenado sacerdote en Madrid el 19 de marzo de 1975.

Comenzó su ministerio sacerdotal en la Parroquia de San Jorge, en Madrid, como Vicario Parroquial y después como Párroco. Impulsó la pastoral juvenil, matrimonial y de vocaciones.

Ha sido Consiliario de Acción Católica y encargado de Cursillos de Cristiandad; así como Arcipreste del Arciprestazgo de San Agustín y miembro del Consejo Presbiteral de la Archidiócesis de Madrid.

Con la creación de la nueva Diócesis de Getafe en 1991, se incorporó como secretario particular del primer Obispo de Getafe, Don Francisco José Pérez Fernández Golfín (q.e.p.d.), con el que colaboró muy estrechamente hasta su muerte.

Ha sido formador y después Rector del Seminario Mayor de Getafe desde 1994 hasta 2010.

Es licenciado en Teología Bíblica por la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid, donde también realizó el curso de Doctorado. De igual manera, profesor de Teología Fundamental en el Centro Diocesano de Teología; habiendo dedicado siempre una atención especial a los Ejercicios Espirituales.

Preocupado por la evangelización de la cultura, ha formado también varios grupos musicales acreditados con premios nacionales e internacionales.

Ha sido colaborador y asesor en trabajos del Secretariado de Liturgia, y Seminarios de la Comisión Episcopal de la Conferencia Episcopal Española.

Fue nombrado por el Santo Padre Benedicto XVI, Obispo de Mentesa y Auxiliar de la Diócesis de Getafe, desde febrero del 2006. Ahora estaba encargado de la Formación Permanente del Clero y de la atención a los sacerdotes jóvenes, así como la atención de la pastoral con los inmigrantes, la pastoral de la juventud, vocacional y ministerial.

Su lema episcopal es: “Muy gustosamente me gastaré y desgastaré hasta dar la vida por vosotros” (2Cor 12,14).

3.- Ante la nueva situación…

La toma de posesión del nuevo obispo será (D.m) anunciada próximamente.

Por mi parte, he sido nombrado por el Santo Padre Benedicto XVI, Administrador Apostólico de la Diócesis de Cádiz y Ceuta.

Hasta el día de la toma de posesión del nuevo Obispo, seguiré ejerciendo el ministerio episcopal como Obispo Administrador Apostólico, no como Obispo titular. A partir de ese momento, seré obispo emérito de la Diócesis de Cádiz y Ceuta.

No me quedaré aquí, iré a Jaén capital, y estaré allí a vuestro servicio en la Residencia de las Hermanitas de los Pobres, desde donde seguiré trabajando. Allí permaneceré hasta que deje de valerme por mi mismo. Entonces volveré de nuevo a Cádiz, donde pasaré mis últimos días y dónde (D.m.) seré enterrado en esta Santa y Apostólica Iglesia Catedral.

Durante los años que he estado con vosotros, queridos gaditanos y ceutíes, me he encontrado muy bien de salud física, psíquica y espiritual; he dado todo lo mejor de mi vida, tal y como soy, y tengo que confesaros que he estado muy contento evangélicamente hablando... He procurado estar cerca, muy cerca de todos: de los sacerdotes, diáconos, los religiosos y religiosas, las Vírgenes Consagradas, y las personas consagradas, los laicos y de todos los aquellos que integran movimientos y carismas… Y, sobre todo, de los pobres, desfavorecidos y enfermos, así como de los inmigrantes, dentro de mis limitaciones, debilidades y fragilidades.

El seminario, --tengo que confesarlo--, he estado muy cerca. He celebrado la Eucaristía con los superiores y seminaristas, siempre que no tenía que celebrar la Eucaristía en otro lugar de la Diócesis. He ordenado unos 50 sacerdotes. Puedo decir que los sacerdotes de la Diócesis de Cádiz y Ceuta son sacerdotes muy alegres, preparados y buenos.

Los religiosos y religiosas que están diseminados en toda la Diócesis de Cádiz y Ceuta, realizan una magnífica labor evangelizadora; así como las Vírgenes consagradas.

El laicado goza de una muy buena preparación y compromiso. La pastoral familiar está siendo muy bien trabajada y valorada, a pesar de las dificultades y el maltrato que ha recibido la familia.

Los jóvenes, esperanza y futuro de la sociedad y de la Iglesia, han dado y continúan dando una buena respuesta y magnífica preparación, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, tanto en los días de la Diócesis, como en los días propios de la Jornada Mundial en Madrid. Espero que continúen con la misma ilusión en los años próximos....

Un obispo sin los sacerdotes, los diáconos permanentes, los religiosos y las religiosas, las Vírgenes consagradas, los seminaristas, las familias, y los laicos,… no puede hacer nada. De modo que ¡mil gracias a todos por vuestra magnífica colaboración!.

A las autoridades civiles y militares les estoy muy agradecido, dado que las relaciones han sido muy fluidas, respetuosas e incluso de cariño y magnífica colaboración.

Contad, como hasta ahora, con mi oración. Que Dios continúe bendiciendo a esta querida Diócesis de Cádiz y Ceuta.

Reza por vosotros y os bendice.

+ Antonio Ceballos Atienza

Obispo Administrador Apostólico de Cádiz y Ceuta

Noticia publicada en Ecclesia Digital sobre el nombramiento de D. Rafael Zornoza Boy como Obispo de Cádiz y Ceuta.

Con fecha 30 de agosto de 2011, el Papa Benedicto XVI ha nombrado nuevo obispo de Cádiz y Ceuta a monseñor Rafael Zornoza Boy, obispo auxiliar de Getafe desde febrero de 2006. Sucede a monseñor Antonio Ceballos Atienza, de 76 años, obispo0 de Cádiz y Ceuta en los últimos 18 años.

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La diócesis de Cádiz y Ceuta tiene una superficie de 3.772 kilómetros cuadrados y su población asciende a 757.970 habitantes. Fue erigida como diócesis el 4 de abril de 1471 como obispado de Cádiz y desde el 5 de septiembre de 1851 como obispado o diócesis de Cádiz y Ceuta. Pertenece a la provincia eclesiástica de Sevilla.

San Servando y San Germán son los patronos de la diócesis con fiesta el 23 de octubre. San Daniel y compañeros mártires franciscanos, con fiesta el 10 de octubre, es el patrono de la diócesis de Ceuta. La catedral gaditana está dedicada a la Santa Cruz y la Asunción de la Virgen es la advocación patronal de la catedral de Ceuta.

El número de parroquias de la diócesis es de 117 y el número de sacerdotes de 150. Hay también 90 religiosos sacerdotes y 46 religiosos no sacerdotes. El número de religiosas asciende a 608. Hay ocho monasterios contemplativos.

Con datos a 1 de enero de 2011, hubo en el año anterior 6.997 bautizos, 5.922 primeras comuniones, 1.191 confirmaciones y 1.679 matrimonios canónicos.

Obras Misionales Pontificias recaudaron 186.045, 86 euros; Manos Unidas, 423.744, 82 euros; y Cáritas invirtió 1.511,659, 62 euros.

La diócesis cuenta con 146 centros sociales y de caridad, que atendieron a 123.958 personas. El número de asociaciones laicales es de 94.En el curso 2010-2011, ha habido 18 seminaristas mayores y en 2010 fueron ordenados tres nuevos presbíteros. (ECCLESIA DIGITAL)

29 agosto 2011

Discurso del Papa Benedicto XVI en la Vigilia de Cuatro Vientos
Queridos amigos:

Os saludo a todos, pero en particular a los jóvenes que me han formulado sus preguntas, y les agradezco la sinceridad con que han planteado sus inquietudes, que expresan en cierto modo el anhelo de todos vosotros por alcanzar algo grande en la vida, algo que os dé plenitud y felicidad.

Pero, ¿cómo puede un joven ser fiel a la fe cristiana y seguir aspirando a grandes ideales en la sociedad actual? En el evangelio que hemos escuchado, Jesús nos da una respuesta a esta importante cuestión: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor» (Jn 15, 9).

Sí, queridos amigos, Dios nos ama. Ésta es la gran verdad de nuestra vida y que da sentido a todo lo demás. No somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios. Permanecer en su amor significa entonces vivir arraigados en la fe, porque la fe no es la simple aceptación de unas verdades abstractas, sino una relación íntima con Cristo que nos lleva a abrir nuestro corazón a este misterio de amor y a vivir como personas que se saben amadas por Dios.

Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona. Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os conforméis con menos que Cristo.

Precisamente ahora, en que la cultura relativista dominante renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad, que es la aspiración más alta del espíritu humano, debemos proponer con coraje y humildad el valor universal de Cristo, como salvador de todos los hombres y fuente de esperanza para nuestra vida. Él, que tomó sobre sí nuestras aflicciones, conoce bien el misterio del dolor humano y muestra su presencia amorosa en todos los que sufren. Estos, a su vez, unidos a la pasión de Cristo, participan muy de cerca en su obra de redención. Además, nuestra atención desinteresada a los enfermos y postergados, siempre será un testimonio humilde y callado del rostro compasivo de Dios.

Queridos amigos, que ninguna adversidad os paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra.

En esta vigilia de oración, os invito a pedir a Dios que os ayude a descubrir vuestra vocación en la sociedad y en la Iglesia y a perseverar en ella con alegría y fidelidad. Vale la pena acoger en nuestro interior la llamada de Cristo y seguir con valentía y generosidad el camino que él nos proponga.

A muchos, el Señor los llama al matrimonio, en el que un hombre y una mujer, formando una sola carne (cf. Gn 2, 24), se realizan en una profunda vida de comunión. Es un horizonte luminoso y exigente a la vez. Un proyecto de amor verdadero que se renueva y ahonda cada día compartiendo alegrías y dificultades, y que se caracteriza por una entrega de la totalidad de la persona. Por eso, reconocer la belleza y bondad del matrimonio, significa ser conscientes de que solo un ámbito de fidelidad e indisolubilidad, así como de apertura al don divino de la vida, es el adecuado a la grandeza y dignidad del amor matrimonial.

A otros, en cambio, Cristo los llama a seguirlo más de cerca en el sacerdocio o en la vida consagrada. Qué hermoso es saber que Jesús te busca, se fija en ti y con su voz inconfundible te dice también a ti: «¡Sígueme!» (cf. Mc 2,14).

Queridos jóvenes, para descubrir y seguir fielmente la forma de vida a la que el Señor os llame a cada uno, es indispensable permanecer en su amor como amigos. Y, ¿cómo se mantiene la amistad si no es con el trato frecuente, la conversación, el estar juntos y el compartir ilusiones o pesares? Santa Teresa de Jesús decía que la oración es «tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (cf. Libro de la vida, 8).

Os invito, pues, a permanecer ahora en la adoración a Cristo, realmente presente en la Eucaristía. A dialogar con Él, a poner ante Él vuestras preguntas y a escucharlo. Queridos amigos, yo rezo por vosotros con toda el alma. Os suplico que recéis también por mí. Pidámosle al Señor en esta noche que, atraídos por la belleza de su amor, vivamos siempre fielmente como discípulos suyos. Amén.

28 agosto 2011

Homilía del Papa en la misa de clausura de la JMJ 2011
El Papa a los jóvenes en la Santa Misa de la JMJ2011 en Cuatro Vientos Madrid. 21 agosto 2011

Queridos jóvenes:

Con la celebración de la Eucaristía llegamos al momento culminante de esta Jornada Mundial de la Juventud. Al veros aquí, venidos en gran número de todas partes, mi corazón se llena de gozo pensando en el afecto especial con el que Jesús os mira. Sí, el Señor os quiere y os llama amigos suyos (cf. Jn 15,15). Él viene a vuestro encuentro y desea acompañaros en vuestro camino, para abriros las puertas de una vida plena, y haceros partícipes de su relación íntima con el Padre. Nosotros, por nuestra parte, conscientes de la grandeza de su amor, deseamos corresponder con toda generosidad a esta muestra de predilección con el propósito de compartir también con los demás la alegría que hemos recibido.




Ciertamente, son muchos en la actualidad los que se sienten atraídos por la figura de Cristo y desean conocerlo mejor.

Perciben que Él es la respuesta a muchas de sus inquietudes personales. Pero, ¿quién es Él realmente? ¿Cómo es posible que alguien que ha vivido sobre la tierra hace tantos años tenga algo que ver conmigo hoy?

En el evangelio que hemos escuchado (cf. Mt 16, 13-20), vemos representados como dos modos distintos de conocer a Cristo. El primero consistiría en un conocimiento externo, caracterizado por la opinión corriente. A la pregunta de Jesús:

«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?», los discípulos responden: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Es decir, se considera a Cristo como un personaje religioso más de los ya conocidos. Después, dirigiéndose personalmente a los discípulos, Jesús les pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

Pedro responde con lo que es la primera confesión de fe: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». La fe va más allá de los simples datos empíricos o históricos, y es capaz de captar el misterio de la persona de Cristo en su profundidad.

Pero la fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos». Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y nos invita a participar de su misma vida divina. La fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la persona, con su inteligencia, voluntad y sentimientos, a la manifestación que Dios hace de sí mismo. Así, la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?», en el fondo está impulsando a los discípulos a tomar una decisión personal en relación a Él. Fe y seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados. Y, puesto que supone seguir al Maestro, la fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con Él. También Pedro y los demás apóstoles tuvieron que avanzar por este camino, hasta que el encuentro con el Señor resucitado les abrió los ojos a una fe plena.

Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.

En su respuesta a la confesión de Pedro, Jesús habla de la Iglesia: «Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». ¿Qué significa esto? Jesús construye la Iglesia sobre la roca de la fe de Pedro, que confiesa la divinidad de Cristo. Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como «su» Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo (cf. 1Co 12,12). La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza.

Queridos jóvenes, permitidme que, como Sucesor de Pedro, os invite a fortalecer esta fe que se nos ha transmitido desde los Apóstoles, a poner a Cristo, el Hijo de Dios, en el centro de vuestra vida. Pero permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él.

Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros. Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación de la Palabra de Dios.

De esta amistad con Jesús nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás.

Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios. Pienso que vuestra presencia aquí, jóvenes venidos de los cinco continentes, es una maravillosa prueba de la fecundidad del mandato de Cristo a la Iglesia: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). También a vosotros os incumbe la extraordinaria tarea de ser discípulos y misioneros de Cristo en otras tierras y países donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes y, vislumbrando en sus corazones la posibilidad de valores más auténticos, no se dejan seducir por las falsas promesas de un estilo de vida sin Dios.

Queridos jóvenes, rezo por vosotros con todo el afecto de mi corazón. Os encomiendo a la Virgen María, para que ella os acompañe siempre con su intercesión maternal y os enseñe la fidelidad a la Palabra de Dios. Os pido también que recéis por el Papa, para que, como Sucesor de Pedro, pueda seguir confirmando a sus hermanos en la fe. Que todos en la Iglesia, pastores y fieles, nos acerquemos cada día más al Señor, para que crezcamos en santidad de vida y demos así un testimonio eficaz de que Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios, el Salvador de todos los hombres y la fuente viva de su esperanza. Amén.
Experiencia de acogida a peregrinos de la JMJ
“El que acoge a uno de éstos por mi causa, me acoge a mi” (Mc 9,27)
Estas palabras de Jesús se han hecho vida en la acogida a los peregrinos que, procedentes de distintos países, en nuestro caso Guatemala, han llegado a nuestras casas.
Todos los inconvenientes surgidos, han quedado olvidados por la grata experiencia que hemos podido vivir en estos días. ¡Que lazos tan entrañables se han creado en esta breve espacio de tiempo, en que hemos podido compartir vivencias y afectos, con jóvenes de otra cultura y que tan bien han sintonizados con nosotros¡
Si en algún momento se ha podido tener una idea frívola sobre estas personas que han dejado su tierra para acudir a esta Jornada Mundial de la Juventud, en el trato personal hemos descubierto que, detrás de cada peregrino hay una historia, una ilusión y un deseo de encuentro con el Señor. Para muchos, supongo que para la inmensa mayoría, no se trata de un viaje turístico a bajo coste, sino de un íntimo deseo de compartir su fe con otros hermanos, unidos al guía espiritual de la Iglesia, al Papa. Y para ello, no han reparado en el esfuerzo de recorrer largas distancias, convivir con gente extraña y sufrir jornadas agotadoras para llenarse de Dios y fortalecer su fe; dejando atrás, a veces, sacrificios económicos, duros trabajos, privaciones, hasta, en algún caso, perder un curso para ahorrar el dinero de la matrícula, a fin de ayudarse con ello a pagar el viaje.
Ejemplo de compromiso cristiano y sentido universal de Iglesia, que si bien es verdad que hay que vivirlo interiormente, el compartirlo y manifestarlo enriquece a los que viven esa experiencia y a los que somos testigos de ese testimonio de miles de jóvenes, que tanto añoramos en nuestras celebraciones.
Pienso que este testimonio ha de despertar nuestro entusiasmo, y no debe ser empañado por repulsas de quienes no han entrado en el sentido profundo de la celebración, ni por los que piensen que la ostentación ayudan mostrar el rostro de Jesús. Jesús Costa