MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO

Diócesis de Cádiz y Ceuta
(Asociación Pública de la Iglesia Católica)
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16 febrero 2014

VI Domingo T.O. Ciclo A

Opinión

Por: Balbino Reguera, Consiliario Diocesano del Movimiento Familiar Cristiano

La lectura del evangelio de hoy es compleja. Hay muchos temas presentes: el cumplimiento de la Ley y de los Profetas.
La ira, el adulterio, el divorcio, los juramentos. Meditar sobre esto, en un mundo en el que la práctica de los cristianos a veces no es fácil de distinguir de la de los no cristianos, es un desafió.
“No he venido a abolir las enseñanzas de la Ley”. La perspectiva de Jesús, el ideal ético cristiano, hay que situarla en el corazón del Sermón de la Montaña: la irrupción del Reino de Dios y la misión de Jesús como Mesías de la gracia de Dios.
Decir que Jesús condena la ira, prohíbe el adulterio y el deseo, que no deja espacio para el divorcio y el nuevo matrimonio y prohíbe los juramentos no es el enfoque más adecuado para presentar estos textos. Los textos tenemos que presentarlos ante cada una de las normas de la Ley antigua, confrontando a la persona cristiana con el carácter distintivo de la vida en el tiempo nuevo de Dios.
Dios lo ha preparado, lo ha diseñado como un proyecto viable para nuestra vida; un proyecto que nos invita a vivir la única ley que nos hace libre, la del amor. Guiados por el Espíritu vivimos en el mundo anunciando una “Buena Noticia” que nos anima a vivir como cristianos adultos, a superar esas faltas de madurez que podían llevarnos a una fe construida sobre una obediencia estéril y formal.
Jesús y nuestra Libertad
Aprendemos de Jesús. Jesús ha sido el hombre por excelencia:
• Jesús ha sido libre ante su vida y su muerte: “El Padre me ama porque doy mi vida para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente, tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esta es la orden que he recibido de mi Padre” Jn 10,17-18.
• Jesús ha sido libre ante la Ley: el ayuno, el sábado, las purificaciones... “pero yo os digo...”
• Jesús ante las tentaciones del diablo, escoge siempre hacer la voluntad de su Padre.
Rechaza un mesianismo triunfante, y escoge el mesianismo que pasa por el sufrimiento, por la pobreza, por el anonadamiento, por la cruz.
• ¿Cómo nos vemos ante este comportamiento de libertad de Jesús?
• ¿Nos sentimos libres con la libertad de los hijos de Dios? O ¿Nos sentimos esclavos de egoísmo, insolidaridades, pecado?
• ¿Cómo actuamos en nuestra vida personal, familiar, esposal, filial, fraternal, social?
• ¿Somos y actuamos normalmente libres ante el dinero, el poder, el placer, las cosas de este mundo?
• ¿Nos dejamos esclavizar por la pasiones...?
• ¿Actuamos con la libertad del Espíritu ante las cosas de este mundo que pretenden atraernos, llamarnos, seducirnos... y separarnos de Dios?
Jesús ha redimido y curado nuestra libertad ya que con su muerte y resurrección nos redimió del pecado, de la ley y de la muerte. San Pablo“Para ser libres nos libertó Cristo” Gal 5,1.
Demos gracias al Señor por habernos redimido del pecado, de nuestras esclavitudes y porque nos ha alcanzado la “filiación adoptiva” y la libertad de los hijos de Dios.
Contemplamos una vez más a Jesús y descubramos como Él fue libre siempre. ¿Para que? Para ser libre como Él. El criterio último de nuestra libertad es la elección de Cristo.
San Pedro dice: Obrad como hombres libres y no como quienes hacen de la libertad un pretexto para la maldad, sino como siervos de Dios. 1ª Ped 2.16.
Seamos libres para servir, para amar a los demás “pues toda ley alcanza su plenitud en este solo precepto: amaras a tu prójimo como a ti mismo” pero si os mordéis y os devoráis mutuamente; ¡mirad no vayáis mutuamente a destruiros! Gal 5.14. Por eso os recuerdo y me  recuerdo al seguir celebrando la Eucaristía. Lo que nos dice hoy también el Evangelio “Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo que reprocharte, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano, luego vuelves y presentas tu ofrenda, Mt 5.23-24.


Unos interrogantes para nuestra reflexión y oración.
Jesucristo ha redimido y curado nuestra Libertad.
Jesús es la fuente y el criterio de la libertad humana.
Los escritos de los Apóstoles lo han manifestado con claridad. Meditemos estas enseñanzas que nos ofrecen los apóstoles:
San Pablo manifiesta “Porque, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; solo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servios por amor los unos a los otros” Gal 5,13.
No convirtamos la libertad en libertinaje, ni hagamos de la libertad un pretexto para el pecado, para la injusticia, para la maldad. Al contrario, elijamos libremente el bien y la verdad, la bondad y la justicia, la paz y el amor.
Os deseo un feliz Domingo